El concepto de Habitus me parece complicadísimo, así que en este post voy a simplificarlo, tomando el riesgo de dejar de lado algunos aspectos importantes. La idea es presentar una primera introducción al tema, para poder encajar lo que aprendas luego dentro de esta base.
La manera en la que yo entiendo el Habitus es que es la conexión entre las estructuras sociales externas y la vida interna de las personas. Nuestro Habitus se forma cuando somos pequeños porque cuando somos expuestos a las estructuras sociales en nuestra infancia, las vamos internalizando y se vuelven parte de nosotros. Esto incluye conocimientos, pero también normas, tradiciones o gestos presentes en las personas que nos rodean durante nuestra infancia. Por ejemplo, si de pequeños vemos que muchas personas se casan, comenzamos a ver el matrimonio como algo objetivamente bueno, y cuando crecemos, esas observaciones que hemos hecho producen el deseo de casarnos también. Este es un ejemplo del Habitus influenciando nuestro comportamiento.
El concepto de Habitus es útil porque explica cómo las estructuras sociales, por ejemplo la costumbre del matrimonio, se pueden reproducir a lo largo del tiempo. Las personas internalizan las estructuras, y los deseos que esa internalización crea hacen que las personas reproduzcan lo establecido. Es como si las estructuras sociales mismas tuvieran la capacidad de actuar y de reproducirse, usando a las personas como vehículos o herramientas.
Visto desde la perspectiva de los individuos, el Habitus también explica por qué se siente como si las decisiones que tomamos son propias y no dependientes de las estructuras sociales: en teoría podemos decidir actuar en contra de los deseos producidos por el Habitus, pero como ya hemos internalizado lo social, sentimos el deseo de actuar “voluntariamente” de una cierta manera. Puedes decidir no casarte nunca, pero eso no necesariamente te conviene, porque si es que has internalizado la costumbre del matrimonio, probablemente sientas el deseo de casarte, y ese deseo, a pesar de haber surgido a causa de las estructuras sociales, es un deseo tuyo. El Habitus no solo dicta lo que deseamos, sino que cumple una función, lo cual nos incentiva a actuar según él: Nos permite lidiar con la realidad social. Solo habiendo internalizado las normas, las costumbres y las estructuras sociales podemos alcanzar metas sociales, como tener una buena educación (capital cultural), conseguir un trabajo (capital económico) o casarnos (capital social).
Si incorporamos las estructuras sociales relacionadas a estos temas en nuestro Habitus, sentimos el deseo de que nos vaya bien en esos tres aspectos. Este deseo no se siente externo, y estamos convencidos de que es lo que nuestro “yo real” quiere. Lo interesante de esta perspectiva es que es que nuestro “yo real” fue formado dentro de las estructuras sociales, y estas se han vuelto parte de nosotros. Alguien que creció durante las cruzadas, donde las estructuras sociales apuntaban a la expansión del cristianismo, también estaría convencido de que su deseo de ir a una cruzada era completamente innato y no producto de su contexto. Irónicamente, usamos las estructuras que hemos internalizado para perseguir los deseos que esas estructuras crean. Una ventaja de las teorías de Bourdieu es que son consistentes y se complementan. Según él, el Habitus nos ayuda a posicionarnos en la jerarquía creada por los capitales.
Como durante nuestra infancia internalizamos bastantes de las estructuras sociales, una vez que somos adultos la mayoría de deseos que tenemos provienen de esa internalización. La manera en la que hablamos, en la que nos movemos y en la que actuamos en el mundo también se siente innata, pero según Bourdieu es producto del Habitus, de las estructuras sociales que hemos internalizado.
Una de las estructuras sociales que el Habitus ayuda a reproducir es la inigualdad social. Si naces en una familia con dinero, el entorno que forma tu Habitus hace que estés bien adaptado a pertenecer a una clase alta. Eso significa que tanto tu forma de ver el mundo, como tus deseos y tus habilidades encajan con lo que valora la clase alta. Por ejemplo, hay una mayor chance de que quieras y puedas tener un trabajo que pague bien, y que puedas tocar un instrumento, y que comportarte de la manera esperada en eventos sociales de la clase alta no te cueste esfuerzo.
Contrastantemente, si naces en una familia con poco dinero y educación, puede que ninguna de las cosas mencionadas te salga naturalmente, porque el entorno en el que creciste no refljó las convenciones sociales de la clase alta. Consecuentemente, para pertenecer a la clase alta (si eso es lo que quieres) tienes que aprender los comportamientos, los deseos y las habilidades que esa clase valora. Es por eso que según Bourdieu el Habitus hace que sea muy difícil subir en la jerarquía social. Cabe mencionar que Bourdieu venía de una familia relativamente pobre en Francia, y que su padre trabajaba de cartero. Al final de su vida, Bourdieu había escalado la jerarquía social hasta el tope, recibiendo reconocimiento de las clases más altas no solo de Francia, sino internacionalmente. Por eso al leer sus teorías, vale la pena saber que él mismo tuvo que lidiar con todas las dificultades de venir de una familia con poco dinero, y que esta experiencia influencia cómo describe la realidad social.
Según Bourdieu, no es fácil cambiar aspectos del Habitus, pero sí es posible. Si entendemos de dónde se originan nuestros deseos y metas, tenemos la oportunidad de intentar liberarnos de ellos. Podemos decidir cómo usamos nuestro tiempo, a qué fuentes de información y entretenimiento le prestamos atención, y cuáles de los deseos que sentimos seguimos. En los ejemplos que vimos antes, esto podría significar priorizar a los amigos, dedicarle más tiempo a los hobbies que al trabajo o priorizar la felicidad antes que el dinero. Entender el concepto del Habitus en ese sentido nos permite ser un poco más libres.