La palabra “institución” tiene dos significados. El primero es el que probablemente conoces: una organización que cumple alguna función cultural, científica, política o social, como las universidades, la iglesia o el estado. En este artículo voy a hablar sobre el segundo significado de las instituciones, que en la sociología representan costumbres o patrones de comportamiento adoptados por un grupo de personas.

Que algo esté institucionalizado significa que dentro de un grupo de personas se ha vuelto costumbre y que hay la expectativa de que se siga ese comportamiento. Por ejemplo, en los colegios está institucionalizado levantar la mano para hablar, y si alguien se para o grita para señalizar que quiere hablar, tiene que contar con consecuencias negativas. Hay instituciones casi globales, como levantar la mano para hablar, el matrimonio o los funerales, e instituciones más locales, como la forma saludar o de vestirse en cada lugar.

El institucionalismo es útil porque permite analizar casi todos los aspectos de la sociedad basándose en las normas y los comportamientos que se han vuelto costumbre. Se puede usar tanto para analizar las prácticas de una empresa, como para describir las interacciones de un grupo de amigos, o incluso el escribir un blog.

La razón por la que las personas y grupos siguen las instituciones, más allá de que los comportamientos institucionalizados muchas veces son los más efectivos para alcanzar una meta (levantar la mano es una buena manera de indicar el deseo de hablar), es que apegarse a las instituciones brinda legitimidad. Por ejemplo, está institucionalizado que las empresas tengan CEOs, managers y diferentes puestos de empleados. Si una empresa quiere ser vista como seria, o sea que quiere recibir legitimidad, tiene que seguir las jerarquías institucionalizadas. Las empresas que no se asumen estas jerarquías no tienen tanta legitimidad, lo cual les da una desventaja en el mercado y causa que las empresas que sí siguen las instituciones tengan más chances de sobrevivir.

Algo similar pasa en las interacciones más pequeñas. Si un alumno quiere poder hablar en clase, puede apegarse a la institución de levantar la mano. Si una pareja quiere que su relación sea vista como duradera, puede casarse. Si alguien quiere encajar en un país nuevo, puede adoptar el tipo de saludo que esté institucionalizado. Las personas que no siguen las instituciones tienen desventajas sociales, por ejemplo no ser tomados en serio o ser vistos como irrespetuosos, así que todos siguen la mayoría de instituciones.

Si quiero que este blog sea visto como legítimo, tengo que seguir algunas normas institucionalizadas, como dividir el blog en artículos con títulos y párrafos, usar lenguaje claro y gramáticamente correcto, y hacer que mis conclusiones parezcan lógicas y basadas en la realidad. Si no me apegara a estas instituciones, tendría más libertad al escribir, pero no recibiría legitimidad del lector. Por otro lado, si me apegara a todas las instituciones que hay sobre los blogs, no estaría creando algo nuevo ni tendría la oportunidad de innovar. Por eso, tengo que balancear la libertad de escribir con las normas institucionalizadas, para producir textos que me gusten, pero que también reciban legitimidad en la sociedad.

Si quieres aplicar el institucionalismo a nivel personal, puedes preguntarte cuáles de tus comportamientos son basados puramente en instituciones, y si en verdad concuerdan con lo que quieres. Si todo tu comportamiento es determinado por lo institucionalizado, recibes más legitimidad, pero pierdes individualidad y eres menos libre. Espero que usando el institucionalismo puedas encontrar un balance entre la individualidad y las instituciones con el que te sientas cómodo.