El pimentón, también conocido como pimiento rojo, paprika, o como yo lo llamo, la fruta del diablo, es el fruto comestible de la planta Capsicum annuum. Se originó en lo que ahora es Bolivia y Perú, y fue distribuido por todo el mundo después de que Colón lo trajera consigo a España en el año 1493.
Hoy en día, en Perú, el pimentón es usado para arruinar una gran cantidad de platos tradicionales, el más notable de ellos siendo el arroz con pollo, por alguna razón. En Europa, es usado aún más liberalmente, sea en pizzas, en chips o en cualquier tipo de comida con tendencias mexicanas. El pimiento rojo tiene un sabor fuerte y característico, que es reconocible por encima de todos los otros sabores. Es por eso que incluso pequeñas cantidades bastan para arruinar una buena comida.
Como si eso no fuera suficiente, una de las características culinarias principales del pimentón es que deja su sabor en cualquier superficie con la que entra en contacto. Así que aunque tenga suerte y el pimiento en mi pizza se encuentre en pedazos suficientemente grandes como para que valga la pena quitarlos, igual tengo que luchar contra el sabor con el que fue infectado mi pobre pizza.
Aunque estoy seguro de que el pimiento rojo le agrega sabor y color a la vida de muchos, también sé que mi vida sería mejor si no existiera. Lo odio.
Al pimentón le doy
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